
Pese a llevar guantes puestos, su indumentaria y sus brazos estaban manchados de sangre. El cuerpo aún estaba en la sala y poco a poco el olor empezaba a aumentar.
Un agente de policía irrumpió en el habitáculo y nuestro protagonista se sobresaltó.
- Antes de entrar, llame a la puerta. –dijo el forense sudoroso.
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