
Estaba en el suelo. En algún lugar. Solo tenía que encontrarla y todo se solucionaría… pero estaba borroso, la habitación giraba como una peonza. Imposible permanecer en pié. Me lancé al suelo y comencé la búsqueda, palpando desesperadamente en la oscuridad…
Un crujido me alertó del hallazgo: estaba bajo mi rodilla destrozada.
¡Maldita seas lentilla!
2 comentarios:
Interesante blog, te añado a mis enlaces del tiron.
Saludos de V, jeje.
me alegra que te guste :) esta recibiendo mucha aceptacion :)
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